La capacidad para aprender de las organizaciones es un reto que sigue hoy vigente aunque hayan pasado más de dos décadas desde su formulación por el padre de la teoría, Peter Senge. Dentro del extenso ámbito de lo que hoy por hoy se tiende a llamar ecosistema de aprendizaje, el aprendizaje corporativo formal se instrumenta a través de estructuras tales como universidades corporativas, centros, institutos, academias o escuelas de desarrollo o de excelencia.
Tanto si la forma que adquiere es una u otra, la finalidad última con la que se crea es la de ser soporte activo de los intereses estratégicos del negocio y sus diversas y convergentes funciones tienen que ver, en último término, con la consecución de la ventaja competitiva de la organización para garantizar su supervivencia.
Su papel fundamental será todo aquel relacionado con la creación del contexto e infraestructura para el aprendizaje formal y también con la estimulación del aprendizaje informal, constituyéndose así como fuerza motriz de la capacidad de aprendizaje corporativo,
A su vez, toda organización posee determinados conocimientos corporativos críticos, especializados e intrínsecos al propio negocio; y unido a ello la necesidad permanente de distribuirlos, sistematizarlos y transformarlos. Nos referimos al tipo de conocimiento que pudiendo estar relacionado con cualquier área del negocio o de las operaciones de la compañía, no es objeto de posible importación.
De modo que, independientemente de las estructuras tecnológicas y otros sistemas que capturan una parte de este conocimiento para transformarlo en explícito, hay un conocimiento esencial que incorpora y asocia las experiencias y que reside únicamente en las personas. Por tanto su acceso requiere de la interacción directa y personal con los poseedores del mismo, y su transferencia exige más allá de la habilidad y el esfuerzo creativo de expresarlo.
Si como se ha dicho, corresponde al entorno de universidad corporativa, (centro, escuela de excelencia, …..) el garantizar el marco de creación de esos entornos de interacción y aprendizaje, creemos que son los propios expertos de este conocimiento específico quienes deban ser los sujetos agentes de esa difusión y trasvase, que a su vez origine transformación y creación de nuevo conocimiento.
La cuestión que aquí se nos plantea es si están dotados estos expertos de la capacidad para desarrollar experiencias de aprendizaje efectivo, más allá de las habilidades de comunicación necesaria para trasladar a otros su conocimiento y experiencia dentro de un contexto estructurado de universidad corporativa.
¿Qué papel juega el marco de la universidad corporativa en ello?. ¿Cuáles son los roles de estos agentes?, ¿Cómo capacitarlos?, ¿Cómo implicarlos?… . Todas estas son cuestiones que deberíamos plantearnos en los entornos del aprendizaje formal corporativo.
En LA SALLE IGS hemos desarrollado un programa que contribuye a crear una comunidad de agentes de aprendizaje, certificando la capacidad didáctica del “claustro corporativo”
Con ello promovemos una efectiva distribución del conocimiento corporativo, profesionalizamos la función, y por último pero no menos importante, incidimos directamente en el reconocimiento de esta comunidad, en su visibilidad y valor dentro de la compañía.
Tres siglos de vocación educadora, unido al conocimiento riguroso sobre metodología docente a partir de una extensa investigación realizada en Escuelas de Negocio, sitúan a LA SALLE IGS como referente en la profesionalización y certificación del claustro corporativo.