¿Quién no se ha sentido enfadado alguna vez ante la atención recibida como cliente? ¿Quién no ha tratado con clientes internos que descargan su enfado con nosotros? ¿Quién no ha sufrido la experiencia de ser tratado injustamente y querer utilizar la venganza como arma arrojadiza?
Se dice que una mala atención magnifica el error en el servicio y es que cuando recibimos de una organización un servicio inadecuado si nuestra queja se trata de manera eficiente es muy posible que comprendamos el error e, incluso, nos convirtamos en sus clientes por una larga temporada.
Lo que no se perdona es una mala atención. No sentirse comprendido, que no se reconozca el trato injusto recibido, que no se nos escuche, lleva a iniciar acciones que van desde una sencilla reclamación a acciones vengativas contra la empresa (normalmente, en forma de recomendaciones negativas).