Por Jose Luis Merlo Aragón. Director de Seguridad
Tradicionalmente, la seguridad se ha desarrollado en paralelo a una complejidad cada vez mayor de las organizaciones, buscando la evitación de la producción de daños y aprendiendo de los hechos con la intención de que no se vuelvan a repetir.
También por ello y de forma muy resumida, podemos indicar que el Legislador ha procedido a establecer normas para la evitación de hechos dañinos y en caso de manifestarse, los mecanismos para su reducción y control. Esta acción se ha llevado a cabo desde la experiencia y el conocimiento, lo que desgraciadamente nos viene a decir que, en la mayoría de las ocasiones, es inevitable que la actuación se produzca de forma posterior a los acontecimientos.
Durante mucho tiempo esto ha contribuido a que la seguridad no fuera una materia de primer orden dentro de organizaciones que centralizaban su foco en la producción, asumiendo los riesgos en sus procesos como un daño inevitable y por tanto ya cuantificado y asumido. La seguridad se ha mantenido relegada a los sectores y circunstancias empresariales en los que es requerido por la Ley. Además muchas organizaciones no van más allá del cumplimiento legal exigible, fijando su objetivo es la evitación de sanciones mediante el cumplimiento de los niveles de seguridad establecidos.
Habida cuenta que el Legislador, siguiendo el principio de mínima intervención, ha llevado a cabo una legislación de “mínimos” exigibles, los niveles de seguridad alcanzables tienen aún un gran recorrido, que bien gestionados redundarán en beneficios para las organizaciones. Siempre será mejor prevenir, gracias a una adecuada evaluación de riegos y su gestión, que intervenir por la producción de un hecho dañino y asumir las consecuencias que se puedan derivar.
También es cierto que cada vez son más las organizaciones que descubren, en parte debido a la mayor competitividad, que la correcta gestión de sus procesos acarrea beneficios o consiguen posiciones ventajosas con respecto a su competencia. En este aspecto la seguridad en la organización no de debe ser menos que la gestión de la calidad o el cuidado del medioambiente que gozan de sistemas de gestión de probada eficacia. En seguridad ya existe parte del trabajo realizado, como es la gestión de la seguridad y salud en el trabajo bajo un estándar internacionalmente reconocido, pero su alcance se limita al importante ámbito del factor humano de las organizaciones. Esto nos muestra que actualmente, hay un amplio campo de actuación para desarrollar una gestión de lo que hoy en día se viene a denominar la Seguridad Integral.
En la actualidad el sector de la seguridad en España es un sector consolidado y maduro. El personal de seguridad está compuesto por profesionales cualificados y que gozan de una formación específica, siempre atendiendo a la regulación normativa y a las necesidades actuales de cada momento. En el caso de la Seguridad Privada, la obligada formación continua de estos trabajadores a lo largo de su vida laboral, ha conseguido formar a profesionales especializados en el desarrollo de distintos trabajos dispares, siempre dentro de sus funciones, como pueden ser la atención al cliente, actuación ante eventos multitudinarios, aplicación del derecho contra el delito o la preparación ante emergencias de cualquier tipo. Esto requiere que sus mandos, en su misma medida, obtengan una formación superior que les permita conocer las herramientas de gestión necesarias para disponer eficazmente de estos recursos humanos cada vez más cualificados, así como para la integración de los variados sistemas técnicos que cada vez más rápido, la tecnología pone al alcance de la dirección de seguridad.
El sector de la seguridad con su madurez y especialización, se encuentra preparado para dar el salto a los sistemas de gestión estandarizados, de modo que pueda formar parte de los actuales sistemas integrales de gestión y como uno más de ellos, contribuir al aumento del valor de las organizaciones.