Por Eduardo Abadía, profesor del Programa Superior en Gestión de Franquicias. Director Gerente de la Asociación Española de Franquiciadores (AEF) y Director Ejecutivo de la Federación Iberoamericana de Franquicias (FIAF)
Todo parece indicar que lo peor de la crisis ha pasado. Han sido años muy duros, que han exigido esfuerzo y trabajo extra para salir adelante, y en los que algunos, por desgracia, han quedado en el camino. Ahora, echando la vista atrás para poder valorar cómo ha vivido el sistema de franquicias una coyuntura económica tan complicada −sin duda la más difícil que nos ha tocado vivir−, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que ha salido reforzado y que desde este 2015 inicia una etapa de crecimiento, de momento moderado, pero que nos permite ser optimistas para retornar a los porcentajes que tenía antes de la crisis.
Es innegable que este ciclo adverso ha permitido que en la actualidad exista un mayor acercamiento hacia el mundo de la franquicia, especialmente por parte de emprendedores y de personas que buscan montar un negocio en régimen de autoempleo. Los motivos de este interés son obvios: las ventajas y los valores añadidos que ofrece la franquicia, con un saber hacer contrastado, asistencia técnica, formación inicial y continua, apoyos logísticos, de proveedores, publicitarios, de marketing, tecnológicos… minimizan el riesgo que existe si se compara con la puesta en marcha de un negocio propio. Por eso, desde el inicio de la crisis la franquicia ha sido capaz de generar empleo, cuando la realidad era la destrucción de puestos de trabajo, mes tras mes: concretamente, en el periodo de 2008 a 2014, el sistema aumentó en un 5,5% el número de empleos generados y hoy en día ya da trabajo a más de 248.000 personas.
Así la situación, en estos momentos la franquicia goza de buena salud, si bien es evidente que la crisis ha provocado la desaparición de algunas marcas franquiciadoras y ha afectado a unos sectores más que a otros. Sin embargo, por delante tiene unas perspectivas favorables, como queda reflejado por el interés creciente que hay entre organismos autonómicos y locales, instituciones, recintos feriales… por organizar jornadas y salones monográficos que acerquen la franquicia a quienes buscan montar negocios, en cualquier punto de la geografía española. Y también porque las entidades financieras vuelven, de forma lenta pero progresiva, a hacer su trabajo: conceder créditos, lo cual es fundamental para un sistema como es el de franquicias, que se basa en el crecimiento y la expansión de las redes.
En definitiva, en todos estos años la franquicia y la crisis han estado echando un pulso; algunas veces la balanza se inclinaba del lado de la crisis, haciendo estragos en determinadas enseñas y sectores, pero el conjunto del sistema, a base de mucho trabajo, capacidad de reinventarse, de iniciativa, de búsqueda de nuevas formas de venta y de unión entre quienes lo integramos, ha conseguido ganar ese pulso definitivamente.
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Las claves en la internacionalización de la franquicia