Cuando Jack Welch aterrizó en la dirección de General Electric no dudó: “el equipo con los mejores jugadores gana”. De esta manera, esta compañía es la única que se ha mantenido en el Dow Jones tras 118 años. ¿Dónde Jack Welch encontró la piedra filosofal que cualquier CEO vive buscando? El elixir que logra la inmortalidad en la empresa reside en la comprensión de que el precio que puede llegar a pagar una empresa por la baja inteligencia emocional de su personal es tan elevado que podría llevarla a la quiebra. De esta manera tuvo muy claro qué clase de personas tendrían que estar en su equipo para que la empresa tuviese la gloria que a día de hoy sigue teniendo. Patrón que se repite en cualquier persona es que toda emoción supone un impulso que la mueve hacia la acción. Si esa emoción está controlada y la acción consigue definirse como adecuada y congruente, es decir, si nuestra pieza que piensa y nuestro ámbito que siente consiguen la participación armónica necesaria, podremos definirnos como personas emocionalmente inteligentes con las implicaciones empresariales que ello comporta: mayor rendimiento, notoriedad, liderazgo y hasta la advertencia de desastres corporativos. ¿Qué implica adoptar a una persona en nuestro equipo con inteligencia emocional?
Algo en lo que nos diferenciamos:
Nuestra metodología:
Trabajamos de forma Personalizada