Los americanos Dotlich, Cairo y Rhinesmith publicaron hace unos años el libro sobre liderazgo “Head, Heart & Guts” que ahora vuelve a estar (si alguna vez se fue) en la mesa de los directivos de algunas multinacionales.
El libro trata sobre las cualidades del líder que necesitan las organizaciones actuales. En resumen el libro define a este líder de nuestros tiempos como alguien que utiliza su inteligencia (head), demuestra su capacidad para reconocer y gestionar las emociones (heart) y actúa con valentía (guts), y plantea la mejor forma de combinar estos ingredientes según las circunstancias.
Tras la lectura del libro me surge la duda sobre cuál es el mejor modelo educativo para formar académicamente a los futuros líderes de nuestra sociedad y obtener la mejor combinación posible de esta receta de “cabeza”, “corazón” y “agallas”.
En las mejores escuelas de negocio nuestra preocupación por formar directivos capaces de liderar los negocios en una economía global y compleja nos lleva a desarrollar programas que trabajan de forma exhaustiva y con éxito la “cabeza” y el “corazón”.
Por un lado, se dota al alumno con un amplio abanico de conocimientos, herramientas y se desarrolla su capacidad de análisis a través de profesionales que transmiten sus experiencias y se apoyan en la metodología del caso para llevar a la “práctica” los conceptos aprendidos.
Por otro lado, dedicamos una parte del tiempo cada vez más importante a desarrollar las tan nombradas habilidades directivas que contribuyen a trabajar el “corazón” de los directivos. Técnica y práctica se combinan para entrenar a los líderes en la dirección de equipos, negociación, comunicación y todas las facetas del día a día de los negocios donde las emociones en muchas ocasiones superan a la razón.
Pero, ¿y las agallas?, ¿cómo se enseña el coraje?. Está claro que cuando tenemos una “cabeza” y un “corazón” fuertes estamos más preparados para enfrentarnos a la incertidumbre en la toma de decisiones con pulso firme, pero también es cierto que sólo ante determinadas experiencias es posible demostrar la capacidad de decisión y el control de nuestros temores, y estas experiencias no son fáciles de simular en un entorno académico.
Entonces ¿y las agallas?, os dejo esta pregunta abierta para vuestra reflexión.